Saboreando la vida

En casa de mis padres, los domingos eran día de fiesta.

Desde que despertaba el sol, Lolita se sumergía en

un mundo de canela, huevos, harina y mantequilla; que por

arte de magia llegaban a la mesa convertidos en una humeante

torre de pancakes para deleite de todos. Un poco más tarde,

un golpe de buen curry anunciaba que mi mamá, la mejor

alquimista del mundo, ya planeaba el almuerzo y de seguro

que esa distante fragancia a coco, aterrizaría ante nuestros ojos

envuelta en frijoles negros y arroz pintado de noche.

Todos esos recuerdos embriagadores, navegan en mi cabeza

hasta hoy y de seguro, son los culpables de mi gran pasión

por la buena mesa.

La cocina, como el amor, es algo que todos vemos con

ojos diferentes. Si en verdad, somos lo que comemos; te reto

a salir del closet y descubrir tu verdadera personalidad culinaria

con tan solo hacer clic aquí.

Disfruta el paseo, bocado a bocado! Cheers !